Razones de
la Reforma Pro-Salud
“Amado, deseo que prosperes
en todo, y tengas salud, así como prosperas espiritualmente”. 3ra de Juan 2.
Razones de
la Reforma Pro-Salud
PARA LA GLORIA DE DIOS
1. Se nos concede una sola vida; y la pregunta que
cada uno debe hacerse es: "¿Cómo puedo invertir mis facultades de manera
que rindan el mayor provecho? ¿Cómo puedo hacer más para la gloria de Dios y el
beneficio de mis semejantes?" Pues
la vida es valiosa sólo en la medida en que se la usa para el logro de estos
propósitos.
Nuestro primer deber hacia Dios y nuestros semejantes es el desarrollo
individual. Cada facultad con que el
Creador nos ha dotado debemos cultivarla hasta el más alto grado de perfección,
para realizar la mayor suma de bien de la cual seamos capaces. Por tanto, está bien invertido el tiempo que
se usa en la adquisición y la preservación de la salud física y mental. No podemos permitirnos empequeñecer o
inhabilitar ninguna función del cuerpo o de la mente. Con la misma seguridad con que lo hagamos,
deberemos sufrir las consecuencias.
ESCOGER LA
VIDA O LA MUERTE:
Cada hombre tiene la oportunidad, en alto grado, de hacer de sí mismo lo
que elija ser. Las bendiciones de esta
vida, y también las del estado inmortal, están a su alcance. Puede él formar un carácter de gran
excelencia, y adquirir nueva fuerza a cada paso. Puede avanzar diariamente en
conocimiento y sabiduría, consciente de que el progreso le proporcionará nuevas
delicias, y añadir una virtud a otra, una gracia a otra. Sus facultades mejorarán con el uso; cuanto
más sabiduría obtenga, mayor será su capacidad para adquirir más aún, su
inteligencia, conocimiento y virtud se desarrollarán así para adquirir mayor
fuerza y más perfecta simetría.
Por otra parte, puede permitir que sus facultades se herrumbren por falta
de uso, o que sean pervertidas por malos hábitos, y por falta de dominio propio
o de vigor moral y religioso. Entonces
marcha hacía abajo; es desobediente a la ley de Dios y a las leyes de la
salud. El apetito lo domina. La inclinación lo desvía. Le resulta más fácil permitir que los poderes
del mal, que están siempre activos, lo arrastren hacia atrás que luchar contra
ellos y avanzar. Sigue luego la
disipación, la enfermedad y la muerte.
Esta es la historia de muchas vidas que podrían haber sido útiles en la
causa de Dios y la humanidad.
Buscad la perfección:
2. Dios quiere que alcancemos el ideal de perfección
hecho posible para nosotros por el don de Cristo. Nos invita a escoger el lado de la justicia,
a ponernos en relación con los agentes celestiales, a adoptar principios que
restaurarán en nosotros la imagen divina.
En su Palabra escrita y en el gran libro de la naturaleza ha revelado
los principios de la vida. Es tarea
nuestra conocer estos principios y por medio de la obediencia cooperar con Dios
en restaurar la salud del cuerpo tanto como la del alma.
3. El organismo vivo es propiedad de Dios; le
pertenece por el derecho que le confieren la creación y la redención. Por lo tanto, por el empleo equivocado de
cualquiera de nuestras facultades, despojarnos a Dios del honor que le debemos.
Un asunto de obediencia:
4. La obligación que tenemos para con Dios de
presentarle cuerpos limpios, puros y sanos, no se comprende.
5. El dejar de cuidar la maquinaria viviente es un
insulto infligido al Creador. Existen
reglas divinamente establecidas que, si se observan, guardarán a los seres
humanos de la enfermedad y la muerte prematura.
6. Una razón por la cual no disfrutamos de más
bendiciones del Señor, es que no prestamos atención a la luz que le ha placido
darnos con respecto a las leyes de la vida y la salud.
7. Dios es tan ciertamente el autor de las leyes
físicas como lo es de la ley moral. Su
ley está Escrita con su propio dedo sobre cada nervio, cada músculo y cada
facultad que ha sido confiada al hombre.
8. El Creador del hombre ha dispuesto la maquinaria
viviente de nuestro cuerpo. Toda función ha sido hecha maravillosa y
sabiamente. Y Dios se ha comprometido a conservar esta maquinaria humana
marchando en forma saludable, si el agente humano quiere obedecer las leyes de
Dios y cooperar con él. Toda ley que
gobierna la maquinaria humana ha de ser considerada tan divina en su origen, en
su carácter y en su importancia como la Palabra de Dios. Toda acción descuidada y desatenta, todo
abuso cometido con el maravilloso mecanismo del Señor, al desatender las leyes
específicas que rigen la habitación humana, es una violación de la ley de
Dios. Podemos contemplar y admirar la
obra de Dios en el mundo natural, pero la habitación humana es la más
admirable.
[El pecado de seguir una conducta que gaste innecesariamente la vitalidad u
oscurezca el cerebro -194]
9. Es tan ciertamente un pecado violar las leyes de
nuestro ser como lo es quebrantar las leyes de los Diez Mandamientos. Hacer
cualquiera de ambas cosas es quebrantar los principios de Dios. Los que transgreden la ley de Dios en su
organismo físico, tendrán la inclinación a violar la ley de Dios pronunciada
desde el Sinaí.
[Véase también 63]
Nuestro Salvador advirtió a sus discípulos que inmediatamente antes de su
segunda venida existiría un estado de cosas muy similar al que precedió al
diluvio. El comer y beber sería llevado
al exceso, y el mundo se entregaría al placer.
Este estado de cosas es el que existe hoy. El mundo está mayormente entregado a la complacencia
del apetito; y la disposición a seguir costumbres mundanas nos esclavizará a
hábitos pervertidos: hábitos que nos harán más y más semejantes a los moradores
de Sodoma que fueron condenados. Me he
admirado de que los habitantes de la tierra no hayan sido destruidos, como la
gente de Sodoma y Gomorra. Veo que
existe suficiente razón que explica el estado de degeneración y mortalidad
imperante en el mundo. La pasión ciega
controla la razón, y en muchos casos toda consideración elevada es sacrificada
a la lujuria.
El conservar el cuerpo en una condición sana, a fin de que todas las partes
de la maquinaria viva actúen armoniosamente, debe ser el estudio de nuestra
vida. Los hijos de Dios no pueden
glorificarlo a él con cuerpos enfermos o mentes enanas. Los que se complacen en cualquier clase de
intemperancia, ora sea en el comer o beber, malgastan su energía física y
debilitan su poder moral.
10. Puesto que las leyes de la naturaleza son las
leyes de Dios, sencillamente es nuestro deber dar a estas leyes un estudio
cuidadoso. Debemos estudiar sus
requerimientos con respecto a nuestros propios cuerpos, y conformarnos a ellos.
La ignorancia en estas cosas es pecado.
[La ignorancia voluntaria aumenta el pecado- 53]
"¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?"
"¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está
en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales
son de Dios" (1 Cor. 6:15, 19, 20).
Nuestros cuerpos son la propiedad adquirida por Cristo, y no estamos en
libertad de hacer con ellos como nos parezca.
El hombre ha hecho esto. Ha
tratado su cuerpo como si las leyes que lo rigen no tuvieran ninguna
penalidad. Debido al apetito pervertido,
sus órganos y facultades se han debilitado, se han enfermado y se han
inutilizado. Y estos resultados que
Satanás ha producido con sus propias tentaciones especiosas, los usa para
vituperar a Dios. El presenta ante Dios
el cuerpo humano que Cristo ha comprado como su propiedad; ¡y qué repugnante
representación de su Creador es el hombre!
Debido a que el hombre ha pecado contra su cuerpo, y ha corrompido sus
costumbres, Dios resulta deshonrado.
Cuando los hombres y las mujeres se convierten de verdad, respetan
concienzudamente las leyes de la vida que Dios ha establecido en su ser, y así
tratan de evitar la debilidad física, mental y moral. La obediencia a estas leyes ha de convertirse
en un deber personal. Nosotros mismos
debemos sufrir los males producidos por la violación de la ley. Debemos dar cuenta a Dios por nuestros
hábitos y prácticas. Por lo tanto, la
pregunta que debemos hacernos no es: "¿ Qué dirá el mundo?" sino
" ¿Cómo trataré yo, que pretendo ser un cristiano, la habitación que Dios
me ha dado? ¿Trabajaré para lograr mi más alto bien temporal y espiritual al
guardar mi cuerpo como templo para la morada del Espíritu Santo, o me
abandonaré a las ideas y prácticas del mundo?"
Penalidad de la ignorancia:
11. Dios ha establecido leyes que gobiernan nuestra
constitución, y estas leyes que él ha implantado en nuestro ser son divinas, y
para cada transgresión existe una penalidad, que ha de cumplirse tarde o
temprano. La mayor parte de las
enfermedades que han hecho sufrir y que están haciendo padecer a la humanidad,
han sido creadas por los hombres debido a la ignorancia de las leyes básicas
que rigen su propio organismo. Parecen
indiferentes en materia de salud, y trabajan con perseverancia para
despedazarse, y cuando están quebrantados y, debilitados corporal y
mentalmente, mandan a buscar al médico y se acarrean la muerte con las drogas.
No siempre son ignorantes:
12. Cuando se habla con algunas personas acerca del
tema de la salud, a menudo dicen: "Sabemos actuar mucho mejor de lo que lo
hacemos". No se dan cuenta de que
son responsables de todo rayo de luz recibido con respecto a su bienestar
físico, y que todos sus hábitos están abiertos a la inspección de Dios. La vida física no ha de ser tratada de manera
fortuita o descuidada. Todo órgano, toda fibra del 21 ser, han de ser
sagradamente preservados de prácticas dañinas.
La responsabilidad por la
luz:
13. En el tiempo en que brilló sobre nosotros la luz
de la reforma pro salud, y desde ese tiempo en adelante, la pregunta siempre
presente ha sido ésta: "¿Estoy yo practicando la verdadera temperancia en
todas las cosas?" "¿Es tal mi régimen alimenticio que me pondrá en
una posición en la cual pueda realizar la mayor suma de bien?" Si no
podemos contestar estas preguntas en forma positiva, aparecemos condenados
delante de Dios, porque él nos tendrá por responsables de la luz que ha
brillado sobre nuestro sendero. Dios nos
ha tolerado durante el tiempo de nuestra ignorancia, pero tan pronto como la
luz brilla sobre nosotros, él nos exige que cambiemos nuestros hábitos
destructores de la salud, y que nos coloquemos, en la debida relación con las
leyes físicas.
14. La salud es un tesoro. De todas las posesiones temporales es la más preciosa. La riqueza, el saber y el honor se adquieren
a un precio elevado, cuando se obtienen a costa de la pérdida del vigor de la
salud. Pero ninguna de estas cosas puede
asegurar la felicidad, si la salud llega a faltar. Abusar de la salud que Dios nos ha dado es un
terrible pecado; tales abusos nos debilitan para la vida y nos hacen
perdedores, cualquiera sea el grado de educación que alcancemos por ese medio.
[Ejemplos de sufrimiento debido al descuido de la luz -119, 204]
15. Dios ha provisto pródigamente para la
subsistencia y la felicidad de todas sus criaturas; si sus leyes nunca fueran
violadas, si todos los seres humanos actuaran de acuerdo con la voluntad
divina, el resultado sería la salud, la paz y la felicidad, en lugar de la
miseria y el mal permanente.
16. Una cuidadosa conformidad de nuestra parte con
las leyes que Dios ha implantado en nuestro ser, asegurara la salud, y no se
producirá un quebrantamiento de la constitución.
[La reforma pro salud como medio que el Señor tiene para aminorar el
sufrimiento -788]
Una ofrenda sin tacha:
17. En el servicio judaico antiguo se exigía que todo
sacrificio fuera sin tacha. En el texto
se nos dice que presentemos nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo,
aceptable a Dios, que es nuestro racional culto. Somos la obra de Dios. El salmista, al meditar en la obra
maravillosa de Dios revelada en la estructura humana, exclamó: "Asombrosa
y maravillosamente he sido formado" (Sal. 139:14, VM). Hay muchas personas que se educan en las
ciencias y se familiarizan con la teoría de la verdad, pero no entienden las
leyes que gobiernan su propio ser. Dios
nos ha dado facultades y talentos; y es nuestro deber, como hijos e hijas de
Dios, hacer el mejor uso de ellos. Si
debilitamos estas facultades de la mente o del cuerpo por medio de hábitos
erróneos o por la complacencia de un apetito pervertido, será imposible que
honremos a Dios como debiéramos.
18. Dios exige que el cuerpo le sea presentado como
sacrificio vivo, no como sacrificio muerto o moribundo. Las ofrendas de los antiguos hebreos debían
ser sin tacha, ¿y será agradable para Dios aceptar una ofrenda humana llena de
enfermedad y corrupción? El nos dice que
nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo; y nos exige que cuidemos este
templo, a fin de que sea una habitación adecuada para su Espíritu. El apóstol Pablo nos da esta amonestación:
"No sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de
Dios" (1 Cor. 6: 19, 20). Todos deben ser muy cuidadosos para preservar el
cuerpo en la mejor condición de salud posible, a fin de que puedan rendir a
Dios un servicio perfecto, y cumplir su deber en la familia y en la sociedad.
Una ofrenda despreciable:
19. Debe obtenerse conocimiento con respecto a cómo
comer, beber y vestirse como para preservar la salud. La enfermedad es causada por la violación de
las leyes de la salud; es el resultado de infringir las leyes de la naturaleza.
Nuestro primer deber, un deber que tenemos para con Dios, hacia nosotros mismos
y con nuestros semejantes, es obedecer las leyes de Dios, que incluyen las
leyes de la salud. Si estamos enfermos,
imponemos una carga cansadora a nuestros amigos y nos descalificamos para
cumplir nuestros deberes hacia la familia y los vecinos. Y cuando la muerte prematura es el resultado
de nuestra violación de la ley natural, acarreamos dolor y sufrimiento a los
demás; privamos a nuestros vecinos de la ayuda que debiéramos darles mientras
vivimos; despojamos a nuestras familias del bienestar y la ayuda que debiéramos
darles, y privamos a Dios del servicio que él reclama de nosotros para hacer
progresar su gloria. ¿No somos, pues, transgresores de la ley de Dios y en el
peor sentido?
Pero Dios es muy piadoso, bondadoso y tierno, y cuando la luz les llega a
los que han perjudicado su salud por complacencias pecaminosas, y ellos se
convencen de pecado, y se arrepienten y buscan el perdón, él acepta la pobre
ofrenda que le presentan y los recibe. ¡Oh, cuán tierna es la misericordia que
él manifiesta al no rechazar lo que queda de la vida, de la cual ha abusado el
sufriente y arrepentido pecador! En su
bondadosa misericordia, salva a estas almas, como si fuera por fuego. ¡Pero
cuán inferior y despreciable sacrificio, en el mejor de los casos, es éste para
ofrecer a un Dios puro y santo! Las facultades nobles han sido paralizadas por
hábitos erróneos de pecaminosa complacencia.
Las aspiraciones están pervertidas, y el alma y el cuerpo desfigurados.
El porqué de la luz de la
reforma pro salud:
20. El Señor ha permitido que su luz brillara sobre
nosotros en estos últimos días, para que la oscuridad y las tinieblas que se
han estado juntando en las pasadas generaciones debido a una complacencia
pecaminosa, pudieran ser en cierto grado despejadas, y para que el tren de los
males que han resultado debido a la intemperancia en él comer y en el beber,
pudiera ser disminuido.
El Señor proyectó con sabiduría colocar a su pueblo en una posición en, que
se separara del mundo en espíritu y práctica, y en que sus hijos no fueran
inducidos con tanta facilidad, a la idolatría, mancillándose con las
corrupciones prevalecientes de su época.
Es el propósito de Dios que los padres creyentes, y sus hijos se
presenten como representantes vivos de Cristo, candidatos para la vida
eterna. Todos los que son participantes
de la naturaleza divina escaparán a la corrupción: que está en el mundo por la
concupiscencia. Es imposible que los que
gratifican el apetito alcancen la perfección cristiana.
21. Dios ha permitido que la luz de la reforma pro
salud brillara sobre nosotros en estos días finales, para que andando en la luz
escapemos a muchos de los peligros: a que estaremos expuestos. Satanás está obrando con gran poder para
inducir a los hombres a dar rienda suelta al apetito, a gratificar la
inclinación y a gastar sus días con descuidada insensatez. Presenta las atracciones de una vida de
disfrute egoísta y de complacencia sensual.
La intemperancia absorbe las energías tanto de la mente como del
cuerpo. El que es así vencido, se ha
colocado en el terreno de Satanás, donde será tentado y molestado, y finalmente
dominado a gusto por el enemigo de toda justicia.
22. A fin de
preservar la salud, se necesita la temperancia en todas las cosas: temperancia
en el trabajo, temperancia en el comer y en el beber. Nuestro Padre celestial
envió la luz de la reforma pro salud como protección contra los males
resultantes de un apetito degradado, a fin de que los que aman la pureza y la
santidad sepan cómo usar con discreción las buenas cosas que él ha provisto
para ellos, y a fin de que por el ejercicio de la temperancia en la vida
diaria, puedan ser santificados por medio de la verdad.
23. Téngase siempre presente que el gran objeto de la
reforma higiénica es asegurar el más alto desarrollo posible de la mente, el
alma y el cuerpo. Todas las leyes de la
naturaleza -que son las leyes de Dios- han sido ideadas para nuestro bien. Su obediencia promoverá nuestra felicidad en
esta vida, y nos ayudará a prepararnos para la vida futura. Consejos Sobre el
Régimen Alimenticio pg. 15-25.
EDUCAR:
24. Necesitamos estar cada vez en lo cierto.
Necesitamos educar a nuestros hermanos en la correcta reforma pro salud.
"Limpiémonosdice el apóstolde toda inmundicia de carne y de espíritu,
perfeccionando la santificación en temor de Dios." (2 Cor. 7:1.) Debemos
tener razón para resistir en los últimos días. Necesitamos cerebros claros y
mentes sanas en un cuerpo sano. Debemos empezar a trabajar seriamente por
nuestros hijos, por cada miembro de nuestras familias. ¿Echaremos mano de esta
obra y trabajaremos basados en lo correcto? Jesús va a venir; y si seguimos una
conducta que nos impida ver las verdades destinadas a elevar las almas en estos
postreros días, ¿cómo seremos santificados por la verdad? ¿Cómo podremos
prepararnos para la inmortalidad ? El Señor nos ayude, a fin de que podamos
comenzar a trabajar aquí como nunca antes. Joyas de los testimonios tomo 1 pg.
192.